EL FUTURO YA LLEGÓ (EN FORMA DE FICHAS ONLINE)
Por Julián Piacenza
“Nosotros nos fuimos de vacaciones porque mi viejo agarró las tres cifras en la quiniela” Detrás de un enunciado que se presenta tan simple, se esconde una trama de realidad, problemas, ansiedades y miedos. Presenciamos el advenimiento de un viejo problema que, de la mano de las nuevas tecnologías, comenzó a calar en lo más hondo de la sociedad, acrecentando el número de los sectores etarios a los cuales va dirigido.
La Organización Mundial de la Salud define a la ludopatía como “trastorno que consiste en la presencia de frecuentes y reiterados episodios de juegos de apuestas, que dominan la vida del enfermo en perjuicio de los valores y obligaciones sociales, laborales, materiales y familiares de este” (OMS, 1992). Se observa un entramado de intereses que afectan el día a día de quienes la padecen y comparten la necesidad de resolver problemas de forma inmediata (ilusión por la cual el juego termina siendo el camino prometido para lograrlo).
Refiero al “viejo” problema, porque las apuestas fueron parte cotidiana de la sociedad argentina a modo de escape “recreativo”. Históricamente, los eventos de apuestas fueron utilizados como formas de expresar un tipo de “dominio” sobre los devenires del destino y control del azar (para nombrarlo de alguna manera). A principios del siglo XIX, las primeras apuestas se realizaban de manera informal entre amigos o en reuniones sociales. Fue así, hasta la llegada de los primeros deportes traídos de Europa como las carreras de caballos o el fútbol. Se inicia de esta manera una organización en torno la celebración de este tipo de “entretenimientos”, siendo el Hipódromo de Palermo (inaugurado en 1876) uno de los primeros y más importantes lugares donde las apuestas tomaron lugar recreativo y legal dentro del Estado nacional, siendo reguladas y naciendo así un nuevo tipo de negocio.
Las políticas neoliberales de los años ´90 que produjeron un avance del desempleo y un crecimiento de la incertidumbre social y económica, y sirvieron de caldo de cultivo para este tipo de conductas. La idea de “salvarse” con un golpe de suerte es el resultado de un desencanto con la realidad que no ofrece soluciones ante la inminente debacle que, a partir del año 2003 pareció quedar en pausa ante el auge de políticas sociales destinadas a ayudar a esa sociedad desencantada. La apertura de nuevas posibilidades materiales y una respuesta positiva sobre la dignidad del trabajador, soslayó este desencanto y permitió un nuevo tipo de esperanza para poder salir adelante, que reemplazó esta dependencia con el azar.
Sin embargo, en los últimos años, el avance de gobiernos antipopulares, el efecto de la pandemia y la adopción de nuevas tecnologías, fueron un combo explosivo para el surgimiento de un boom en las cuestiones del azar. Así, los bajos salarios, la inflación desenfrenada y la promesa de un futuro millonario y veloz a partir del juego que jamás se concreta, generan un desencanto desenfrenado.
Sostiene Cesar Barletta (Profesor en UNLP y Magíster en Psicopedagogía por la Universidad de Barcelona): “En las últimas décadas, hemos sido testigos de un progresivo aumento en el consumo de juegos de azar a través de plataformas en línea. Este incremento se ha visto impulsado por la expansión de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), que han facilitado el acceso a estos servicios desde cualquier lugar y en cualquier momento.”
Esta premisa indica una expansión brutal de los juegos de azar en su campo de alcance sobre el público. Así, podemos observar que una práctica hasta entonces llevada a cabo por personas adultas, ahora recae sobre sectores más jóvenes que poseen acceso a ella a través de los instrumentos digitales. Lo peligroso es que infiere un amanecer de una cultura ludópata despertando entre los adolescentes. Elijo llamarla cultura, porque es fomentada en los medios de comunicación (durante eventos deportivos, programas de televisión, streamings e incluso en memes o tik-toks). Evidentemente, existe una intencionalidad de parte del sistema formal para captar a un público que aún permanece fuera de los accesos tradicionales (loterías nacionales, bingos, hipódromos, etc). La justificación se avala por medio del siguiente anuncio: “prohibidas las apuestas a menores de 18 años”. Sin embargo, dicha prohibición no pasa de la advertencia.
La Ley N° 4097 indica en su primer artículo: “desde la promulgación de la presente Ley, quedan prohibidos los juegos de azar en la Capital de la República y Territorios Nacionales, como asimismo todo contrato, anuncio, introducción, y circulación de cualquier lotería que no se halle expresamente autorizada por Ley de Nación.” Sin embargo, en ningún artículo de la misma hace referencia a la legislación de los sitios online, dejando a libre interpretación las condiciones necesarias y las prohibiciones específicas para evitar la proliferación dentro de la población adolescente. Esta Ley parece más bien buscar la legislación del negocio de apuestas, que los necesarios límites en los que debe operar.
Ante el incumplimiento de lo que sí se detalla como ilegal, además, encontramos una penas muy pobres como indica en el segundo artículo: “Pagarán una multa de mil pesos moneda nacional, o, en su defecto, sufrirán un arresto de seis meses por cada infracción, y en caso de reincidencia, una y otra conjuntamente.”
Esta carencia en el territorio virtual es una preocupación a tener en cuenta si observamos, además, que este campo trajo consigo la llegada de otras problemáticas entre los adolescentes y niñeces (abusos sexuales presentados como “pornografía infantil”, estafas virtuales, divulgación de contenido privado sin consentimiento, etc). Es claro que, si bien las nuevas tecnologías son herramientas que sirven para aprovecharse en muchísimos aspectos, aún se encuentran muy lejos de ofrecer respuestas ante estos vacíos legales y repletos de problemáticas sin resolver por parte de los gobiernos vigentes.
En este sentido, las apuestas toman un lugar preponderante sobre la vida del argentino promedio, expandiendo su lugar de relevancia como práctica “recreativa” y generando una nueva manera de exteriorizar el consumo patológico que viene en aumento.
La ludopatía centra su potencialidad de daño en el hecho de que no involucra el consumo de sustancias externas. Conlleva procesos internos, relacionado con el momento emocional y psicológico de quien la padece. Es muy difícil detectarla y reconocerla como un problema, ya que quien está atravesado por ella se sumerge en un mundo irreal, donde su vida solo depende de la próxima apuesta. Como nos indica Barletta, “la adicción al juego de azar es en la actualidad la más característica de las adicciones no tóxicas, teniendo presente que lo que caracteriza a una adicción sin droga no es el tipo de conducta implicada, sino el tipo de relación que el sujeto establece con ella.”
Para finalizar, es necesario establecer una relación del contexto socioeconómico y político, con la aparición de este tipo de problemáticas. Existe una intencionalidad agresiva por “domar” las luchas populares, redireccionarlas a nuevas formas de dominio que apaguen la llama donde estalla un reclamo genuino, distrayendo del punto principal, de la realidad que se está viendo afectada por políticas desfavorables hacia ellos.